Triste es el otoño, ovejas cansadas comían la hierba que ya estaba agostada. Las matas, de amarillas hojas secas van anunciando despacio como el verano se aleja. Corren por las montañas, tristes las ovejas barruntando el tiempo que la trashumancia, llega. Mudos se quedan los valles, tristes se quedan las sierras, no se oyen los balidos que alegran la primavera. En silencio, los pastores, sus hatos van preparando, muchos días de camino y fatigas les están esperando. Caminan por las cañadas que hoy se han perdido; haga frío o calor para llegar a su destino. |
Donde les llega la noche,
recogen a su ganado;
bajo la luz de la luna
tienen que estar vigilando.
Todas aquellas fatigas
a la historia van pasando,
pues se han quedado las sierras
sin balidos y sin cantos.
Si lo cuentas no te creen,
dicen “no será para tanto”.
Y para que no se olvide
ahí queda mi relato.
AUTORA
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Triste es el otoño en mi pueblo
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