Poema de Juan Fernández
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Nuestro vecino y amigo Juan Fernández (que en paz descanse), era un amante de la literatura y como tal escribía poemas.Antes de su muerte nos hizo llegar el que publicamos. |
Camino del Reajo las Fuentes
van a parar a la Peña el Sacristán,
camino de las Saleguillas
por el portillo pasan.
Y en Peña Negra terminan
porque de brezos y zarzas ciegas están
por desidia de los cabreros
de una herramienta no llevar
en sus manos por el monte no cortar
para dar luz a esos caminos
para poder pasar.
Canchos altos y largos
a los caminos cortar
trochas duras para los cabreros
perdidas en el brezal,
veredas con piedras y senderos
ocultas en el retamal.
Caminos de la montaña
que vais con rumbo incierto
hacia la humilde cabaña
o a pasar frío en el Puerto.
Y tu, mi sendero santo
que a la luz de las estrellas
y vista majas de barro
bajo mi paso las huellas.
Al par de las montañas
casi oculto en la arboleda,
Cardoso oculto de árboles
y la espadaña de su Iglesia
Vuestra paz al corazón
la lleváis a esta hora
en las majadas del cerro
o en la Peña la Camera.
Con leña de verdes robles
y aroma de tomillo y menta
frescos prados y cencios
con moras, musgo y piedra.
Caminos con andonadas
donde las zarzas verdean
con reajos entre laderas
y arroyos rumorosos.
Los que vais a la par del río
andando entre las cercas
con molinos harineros
y el agua detenida en sus presas.
Ceñido de prados verdes
casi oculto en la montaña
asoma Cardoso humilde
y de su iglesia su espadaña.
Pasaba una moza el arroyo
por piedras y pasaderas
y de sus piedras al cobijo
pasaba temblando una vieja.
Cielo claro ambiente limpio
en torno cumbres frescas
tributo que el monte
y la humedad de la ribera
en las montañas relumbran
las ondulantes hogueras
los pastores que al sol y al viento
los quiñones majadean.
Verdinegro en los remansos
donde las aguas se aquietan
el Jarama y sus remansos
en las cascadas quiebran.
Que sensación de frescura
por los sentidos se adentran
con el ruido del agua
y el aroma de la Sierra.
Caminos, viejos caminos
callejas, ondas callejas
el verdor del prado
bajo la paz de las Sierras.
Cinco molinos en el Jarama
vida en su día tuvieron
ahora se encuentran muertos
por falta de atendimiento.
Praderas llamando
por su frescura en verano
donde la vida comienza
con sus abundantes manantiales.
De ellos hacen regueras
y después arroyos y ríos
con silencio en el manantial
y su ruido en las chorreras.
Los remansos y sus peces
se crían en las baderas
reajos o praderas donde
pastan los novillos, ovejas,
cabras y yeguas.
Los pastores que las cuidan
se cobijan del calor
a la sombra de las peñas
allí se hacen arroyos que
sus aguas bajan orgullosas
saltando por las chorreras
a morir en el Jarama
y allí termina su existencia.
Noches largas, largas noches
que los pastores soportaban
aquellas terribles noches de tormenta
sentados en una piedra
con una manta doblada
cuatro veces para que no se calara.
Que arcos hacían los relámpagos
y los truenos que atronaban
entre las ondonadas
que hay entre la montañas
Al día siguiente al salir el sol,
los pastores, agradecidos a él,
satisfechos se quedaban.
Qué terribles eran aquellas noches
que largas se hacían
y que contentos a que viniera el día.
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