La actual crisis económica está dejando sus efectos devastadores en la ganadería. La pérdida de renta en las familias está provocando un descenso en el consumo de carne de cordero y de ternera. Estos productos están considerados ya como de lujo, por lo que la gente opta por el pollo y la carne de cerdo que es más barata. Otro contratiempo que asola al sector ganadero, es la espectácular subida de los precios del pienso y de los cereales (principal sustento del ganado), que hace que los costes de producción sean inasumibles. A todo esto hemos de sumar la importación de carne de países latinoamericanos (acuerdo con Mercosur) como Argentina, con precios mucho más baratos y que copan la poca demanda existente. En lontananza (año 2013), se vislumbra una nueva amenaza, la renovación de la Política Agraria Común (PAC) y la incertidumbre que conlleva: la supresíon de partidas en las subvenciones o rebaja en las cuotas de reparto.
Las organizaciones ganaderas califican la situación de “dramática y límite” y piden ayuda a la Administración. La ministra Rosa Aguilar se ha comprometido a inyectar al sector alrededor de 90 millones de euros a través de la financiación de avales para nuevos préstamos. Asimismo, se impulsará la concesión de créditos de las líneas ICO 2011 de inversión para el sector ganadero, a través de un convenio con el Ministerio, que supondrá la movilización de unos 300 millones de euros. También se concederá una moratoria de dos años en el pago de los créditos concedidos al sector para la modernización de las explotaciones, con lo que se podrán refinanciar créditos por valor de 85 millones de euros.
Estas medidas, a todas luces insuficientes, paliarán en cierta medida la necesidad de circulante, pero endeudarán todavía más al sector, dejando sin resolver los problemas de fondo que amenazan con llevar a la ruina a miles de ganaderos.
En nuestra comarca hay actualmente una veintena de ganaderos, si la actual crisis se lleva por delante sus explotaciones, también se llevará a varios de nuestros pueblos. Ellos son el baluarte de pueblos como Bocígano, Corralejo, Cabida, Peñalba, Colmenar y en menor medida El Cardoso, cuyo futuro, al menos a corto plazo, está ligado al devenir de sus ganaderos.