Cómo se hizo este Centro – (Autor: Bonifacio Arribas)

En el pueblo de El Cardoso
un grupo de hombres genial
con sacrificio construyeron
este Centro Cultural.
 
Querido Centro Social
tu historia voy a escribir,
para que todo el mundo sepa
cómo te pudimos construir.
 
Siendo alcalde Eugenio Heras
el solar se le pidió,
pero el resto de vecinos
en Junta nos lo negó.
Pero con acuse de recibo
le volvimos a pedir
por escrito legalmente
y entonces dijeron sí.
 
Aunque con muchas reservas
y siempre de mala  gana,
levantando mil mentiras
y poniendo mala cara.
 
Pero el día que el alcalde
el solar nos concedió,
nos juntamos unos socios
y la obra se empezó.
 
Unos abrían cimientos,
otros niveles sacaban,
otros  con cuñas y mazas
grandes  peñas arrancaban.
 
Hombres con setenta años
y niños de corta edad
retiraban los escombros
con amor y voluntad,
dando ánimo a los hombres
que los tenían que arrancar.
 
Todos como las hormigas
que unas vienen y otras van.
Cuando comenzó la obra
se empezó con tanto amor
que se hizo en pocos días
una enorme labor.
Cada uno traía su herramienta
su ánimo y su ilusión,
soñando en verte un día
lo que realmente eres hoy.
 
Gracias a Jesús de la Fuente
que nos dejó  el compresor,
con todas sus herramientas
incluido hasta el gas-oil;
para hacerte los desagües
cosa de gran valor;
 
y cuando fuimos a pagarle
con muchas gracias nos cobró
quedando con esta Sociedad
como un excelente “Señor”.
 
Se pensó construirte
con la piedra del terreno
pero  los vecinos nos prohibieron
tirar ni un solo barreno,
¡ pensaban se iba a caer
nuestro querido pueblo!
pero así estás tan bonito
con la blanca del Berrueco.
 
Pues para tí nunca faltó
ni la decisión ni el dinero,
ni la buena voluntad
de los socios de tu pueblo.
 
De los que viven aquí
ninguno socio se hicieron,
no siendo el señor Alcalde
que es un buen socio, aunque viejo
pensando hacer muchas cosas
en  beneficio del pueblo.
 
El resto nos trataron de locos
sin ver que ellos eran necios;
claro, que para lo que ellos piensan
no hace falta tal Centro.
 
Durante el invierno del ochenta
no pudimos hacer nada,
porque la mayor parte de socios
somos socios de la caza.
 
Pero cuando llegó Marzo
que la caza se acabó,
volvimos a nuestro tajo
que el año antes se dejó.
 
Con mucha ilusión de hacer
pero no teníamos dos reales,
aunque hicimos un esfuerzo
para comprar materiales.
 
Juntos en asamblea
a un acuerdo se llegó
de pagar cinco mil pesetas
que cada socio pagó.
 
Con ese esfuerzo en dinero
cinco mil bloques se trajeron
y del Berrueco la piedra
que llevas en los cimientos
y tus socios sin cobrar
trabajando duro y contentos,
 
los sábados y domingos
sin descansar un momento,
conseguimos ese verano
enrasarte los cimientos
y ponerte las pilastras
con armazones de hierro.
 
Que unos socios excelentes
adelantaron el dinero,
que un día lo cobrarán
sin ningún interés, por cierto.
 
Llenos de satisfacciones
al verte hoy tan apuesto,
lleno de socios y libros
unos nuevos y otros viejos.
 
Con las emociones y alegrías
olvidan los sufrimientos,
que cada día ponían
para construir su Centro.
 
En el año 1981
al entrar la primavera
volvieron los voluntarios
a seguir con su tarea.
 
Estos hombres incansables
que a mí siempre me siguieron
sin mirar que otros muchos
a trabajar nunca vinieron.
 
Aunque no cobraban nada
nunca desfallecieron,
ya que todo lo que hacían
era en bien de su pueblo;
al que nunca pagaremos
lo mucho que le debemos.
 
 
Cuando empezaron las paredes
hicieron el replanteo,
con vista y seguridad
sin encargados ni ingenieros,
ya que los que lo hacían
eran hombres expertos
y todos se respetaban
como buenos compañeros.
Cada uno se ponía
donde defendía ,mejor su puesto.
 
Unos colocaban los bloques,
otros hacían el cemento,
otros alcanzaban los materiales
con armonía y contentos;
viendo crecer las paredes
de su maravilloso Centro.
 
Aquí nunca hubo discordias,
ni broncas ni enfrentamientos,
ni despidos para nadie
 
por su bajo rendimiento;
a todos se les pagaba igual
como Cristo hacía en su templo.
 
Aquí no se obligó a nadie
a venir a trabajar,
ya que esto había que hacerlo
con amor y voluntad;
ya que la “Empresa” era pobre
y nadie podía pagar.
 
El verano del ochenta y uno
fue un verano extraordinario
se hicieron las paredes
y se terminó el tejado.
 
Cuando se te puso el tejado
y se puso la bandera,
se bendijo la nave
y una excelente merienda,
que la íbamos a pagar a escote
porque no había una perra.
 
Pero qué cosas tan maravillosas
han pasado en esta Sociedad,
que ese día por suerte
en vez de pagar fue cobrar.
 
Se les dieron una medalla
a los que habían hecho la obra,
y entonces el carnicero
nos regaló las tres machorras.
 
Otro socio las bebidias,
platos y más utensilios;
otro socio regaló
los frutos que nos comimos;
esto es todo lo que pasa
cuando la Sociedad es de Amigos
sin miserables en medio,
criticones ni encogidos.
 
Después unos niños inocentes
echaron unos guantes en las mesas
y recogieron sin esfuerzo
diecinueve mil pesetas.
 
Así se ha hecho esta obra
quiero que todos lo sepan
y los que piensen lo contrario
es mejor que no vengan.
 
Que sigan encogidos en sus casas
sin gastar una peseta,
para Centros Culturales,
libros y bibliotecas.
 
Luego nuestras mujeres
se metieron en combate,
sableando a los hombres
para hacernos chocolate
 
Cada uno dio lo que pudo
al ver aquella armonía
y el Centro se convirtió
en una chocolatería.
Todos con buen humor
como una buena familia.
 
Hicieron unos churros excelentes
y bizcochos que compraron,
hartando a los asistentes
con el dinero que sacaron.
 
Aquello se terminó
con buen humor y alegría,
con una jota serrana
bailando de coronilla.
 
Siempre saldrán las cosas bien
en esta Sociedad de Amigos,
si no nos dejamos meter
a los intrusos indebidos.
 
Las excelentes mujeres
con una gran voluntad:
los cuartos que les sobraron
fueron a la Sociedad.
 
Conservaros en este camino
unidos como una piña;
sin rencores, ni egoísmos,
sin malicias, ni envidias.
¡ Defendamos todos esta casa
como una fuerte familia !
 
En el año ochenta y dos
se hizo otro gran esfuerzo
por parte de los socios insaciables
para hacer lo de por dentro.
 
Semana tras semana
sin descansar un momento,
pensando de día y de noche
en la terminación del Centro.
 
En este mismo año
el día de Santiago, por cierto;
ante las Autoridades Provinciales
te dimos el nombramiento,
como Centro Cultural
te bendijo el Párroco del pueblo.
 
Se hizo una gran limonada,
pinchos de chorizo, queso y jamón
para todos los que asistieron
a tu histórica inauguración.
 
Hubo un gran respeto
con buen humor y alegría,
todos bebiendo y comiendo
como una buena familia.
 
Echaron grandes discursos
el Presidente y las Autoridades,
con alguna chirigota
 
que eran realidades,
dichas por hijos de tu pueblo
que no ocultan las verdades,
aunque estaban entre nosotros
las Autoridades Provinciales.
 
Todos bebimos del mismo vino,
el mismo aperitivo comimos,
todos envueltos charlando
como los buenos amigos;
que así se hacen las cosas
cuando hay amor y cariño.
De esta manera lo hace todo
esta Sociedad de Amigos.
 
Creo que tendréis en cuenta
el tesón que hemos tenido,
para construir esta casa
donde hoy estamos metidos.
 
Quiero que agradezcáis
a  estos hombres sus esfuerzos,
ya que esto no hubiera sido nada
de no haber sido por ellos.
 
Hay socios que donaron su dinero,
otros sus esfuerzos;
todos de buena voluntad
sin egoísmo por cierto;
aun siendo grandes sacrificios
también son grandes recuerdos.
 
A los cuales les debemos
nuestra simpatía y respeto
por su constancia en la obra
sin cobrar un solo céntimo,
ya que no ha sido un año solo
sino tres años completos.
 
Pido para estos hombres
un cuadro de honor completo,
para que quede su memoria
para siempre en este Centro.
 
Quiero que me perdonéis
porque os hable tan claro;
no soy andaluz ni gallego,
soy un claro castellano
nacido en esta sierra
y en este pueblo serrano.
 
Querido Centro Cultural
¡ cuánto siento perderte !
Debido a las circunstancias
no puedo venir a verte.
 
Como hijo del Cardoso
Y del Centro buen amigo,
Bonifacio tengo por nombre
y Arribas por apellido.
Mis afectos para mis socios
 
   
Fdo.: Bonifacio Arribas Rodríguez
 
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